No hay villancicos ni aguinaldo
ni risa esta Navidad;
no es justo que te hayas marchado,
no es justo que me hayas dejado
y no pueda ya verte jamás.
Treinta y uno de diciembre
y sin ti acabo el año,
no cuentas las uvas conmigo,
no puedo brindar hoy contigo
y eso, padre, me hace daño.
Y el dolor es tan inmenso
porque hoy se que no estás aquí,
y aunque estás en mi alma escondido
no quiero creer que he perdido
tu risa, tu voz, padre, a ti.
Virginia, 31/12/2010