Hoy se nos encoge hasta el alma. Toda España tiene el corazón en Santiago de Compostela, en ese tren descarrilado y en esas familias rotas por la incertidumbre y la tragedia. No hay palabras. No es posible poder transmitirles el pesar que nos invade a todos y menos posible aún es saber lo que están sintiendo, porque su dolor es inmenso e incalculable.
No tenía que pasar. Tenemos uno de los mejores transportes de Europa, la mejor y más fiable red ferroviaria casi de todo el mundo y aún así ha ocurrido. Y no hay palabras.
Y nuevamente en la desgracia volvemos a demostrar nuestra condición generosa, volvemos a derramar nuestra solidaridad, nuestro apoyo, nuestra ayuda incondicional, nuestra calidad humana, con la única esperanza y sin esperar a cambio nada más que poder salvar una vida.
Y a los que no estamos físicamente al lado de esas familias que sufren solo nos queda alzar como podamos nuestro más sentido pésame, porque no todos/as podremos estrecharles las manos, ni podremos abrazarles ni podremos mirarles a los ojos y decirles "lo siento" pero hoy nuestro corazón les acompaña y su dolor nos llega hasta el fondo del alma.
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