Eso es lo que pienso algunas veces cuando la veo sufrir. Me he equivocado. La veo crecer día a día, en altura, en carácter, como persona, y me siento orgullosa de ella. Aunque nunca somos perfectos, y muchas veces cometemos errores, he tratado de hacer siempre lo que he considerado mejor para ella, como todos los padres y madres hacemos con nuestros hijos. He querido enseñarla a ser generosa, a compartir, a no tener envidia de nadie y que no necesitara ser como nadie para ser feliz. He querido que aprendiera a tratar a todos por igual, aunque cada uno seamos diferentes, a no presumir de sus virtudes, aunque sabe que las tiene, y a asumir y aceptar que tiene defectos, a no mirar a nadie por encima del hombro ni pensar que es más que nadie. Y creo que lo he conseguido, aunque no soy una madre perfecta, ni tengo una hija perfecta, pero si una hija maravillosa y, por encima de todo, una gran persona.
Y aún así hay veces que creo que me he equivocado, porque no la he enseñado a competir, porque no la he enseñado a manipular a los de su alrededor para dejar de lado a alguien desfavorecido o que, sencillamente no te gusta, porque no la he enseñado a pensar que los demás tienen que envidiarte porque eres el ombligo del mundo, porque para ser la mejor hay que llevar zapatillas de marca o elegir un vestido, un juguete o un libro antes que los demás y pensar que si alguien te sigue es porque lo has hecho tu primero. Me he equivocado por no enseñarla a responder con crueldad a los que son crueles con ella, a no insultar a los demás cuando te insultan en lugar de haberla enseñado que insultar es una pérdida de tiempo y que es más divertido jugar que pelearse.
Pero cuando me paro y la miro me doy cuenta del gran corazón que tiene, de la bellísima persona que será el día de mañana, porque ya lo es hoy, y de su gran generosidad y creo que es como tiene que ser, ella misma, con sus virtudes y sus defectos, pero ella misma por encima de todo. Y creo que solo me queda algo por transmitirle: fuerza y seguridad, para que no le hagan daño como la están haciendo ahora.
Y bueno, por hoy dejo las reflexiones que, la verdad, no son lo mío, aunque supongo que hoy necesitaba explotar por algún sitio.