Este era uno de esos trabajillos que siempre he tenido en tareas pendientes. La de donuts de chocolate que me habré comido de pequeña, ¡y los que me comería ahora si pudiera!
Éstos por suerte no se acumulan en mis grasillas invernales y lucen la mar de dulces en las orejillas.
Y, como no, de vez en cuando tengo que coger mis fieltros y hacer alguna cosilla. Como tengo poco tiempo, esta vez ha sido algo pequeño, pero me encanta la calidez y dulzura que me transmiten estas pequeñas rosas y más aún siendo lo cardo borriquero que soy yo la mayoría de las veces.